domingo, 20 de diciembre de 2009

XXIX

-Clickee en la imagen, para ampliar-
Al término de una clase en la
Academia Budokan de Vale Tudo y Luta Livre Brasileira,
de Bs. As.
Con Mestre Carrizo Ortiz y alumnos.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

XXVIII

-Clickee en las imágenes, para ampliar-

ETAPAS DEL ARTE DE COMBATE QUE
GENÉRICAMENTE DENOMINAMOS KARATE.

Contra toda lógica,
suele prevalecer la tendencia que analiza Karate de forma estática,
congelada, petrificada,
como si hubiese sido siempre lo mismo.

Por lo tanto, todas las otras etapas de su desarrollo,
serían desde ese punto de vista “frizado”,
alteraciones, algo así como degeneraciones del original.

En mi caso, prefiero ver Karate como una continuidad histórica,
influido fuertemente por el “aquí y ahora”,
es decir, por el momento y lugar en que se desarrolló.

Consecuentemente, lo analizo considerando cinco etapas de desarrollo:

• El Toudi;
• El Uchinadi;
• El Karate;
• El Karatedo;
• El Karatedo deportivo.



El Toudi no era otra cosa que el Wushu, con nombre okinawense.
Es como los okinawenses denominaban al arte marcial chino.
Es por ejemplo, la época de las 36 familias,
de los intercambios de estudiantes y funcionarios entre Ryu Kyu y el continente;
todo lo que sabemos de esa época y está suficientemente documentado.
Era principalmente practicado por la aristocracia de las Ryu Kyu,
por la policía y por los mandos militares.
Por eso el Chin Na era tan importante en esa etapa.
Porque principalmente se utilizaba el arte de combate contra delincuentes,
generalmente en incidentes individuales.
Conocer los puntos de kyusho,
era por lo tanto, de gran utilidad.

El Uchinadi ya es el Te okinawense, es decir,
ya es una combinación del Toudi –aggiornado al paladar uchinanchu- mas
(ya sea que haya existido realmente como sistema
o como una elementalísima variedad de
efectivas técnicas de combate cuerpo a cuerpo)
el método de combate “propio” de Okinawa y,
sumada a ellos,
la resultante de la influencia que sin lugar a dudas
deben haber tenido dos hechos históricos decisivos:
las guerras civiles uchinanchues por la unificación del archipiélago,
mas la resistencia de liberación nacional contra
el invasor Satsuma proveniente de Japón.
Es imposible pensar que dos hechos semejantes
no tuvieran influencia en la evolución del arte de combate
que se fraguaba en Okinawa.
De todas esas contingencias surge el Uchinadi,
que es el primer verdadero arte de combate okinawense.
Es la asimilación, la “okinawización” del arte de combate chino,
mas las técnicas y experiencias de combate de las Ryu Kyu
(Muchas de estas técnicas,
habían llegado al archipiélago a partir de los intercambios comerciales
que los isleños mantenían con los pueblos vecinos
como Japón, Corea, Tailandia, etc., además de China)
A partir del Uchinadi, todo lo chino comienza a ser relativizado técnicamente.
Incluso el Chin Na pasa a segundo plano,
porque en la batalla, ya sea contra un enemigo del mismo origen
–como pudo suceder durante las luchas civiles-,
o contra el invasor japonés, un Samurái, por ejemplo,
se requerían unas pocas técnicas letales,
al margen de cualquier sutileza.
En tales condiciones,
nadie intentaría encontrar el punto de Kyusho
a un enemigo que embestía armado,
estaba acorazado por la armadura
y muchas veces montado a caballo…
El Uchinadi no pretendía la estética sino la muerte.
En relación a la técnica,
era necesario disponer de “un cañonazo”,
ya fuera en el puño o en la patada.
Quizá como recurso complementario,
pudiera disponerse de algún objeto (un palo, el futuro bo)
o herramienta de trabajo (nunchaku, Kama, etc.)
Es decir, aquellos recursos primitivos que
derivarían en el Kobujutsu primero y en el Kobudo, después.

El Karate es la creación, principalmente, de Sensei Itosu.
A partir de la Restauración de Meiji,
Okinawa pasa a ser dominio definitivo de Japón.
La práctica clandestina llega a su fin
y se busca integrar el Uchinadi en el
sistema de educación civil (escuelas secundarias)
y militar (cuarteles y policía),
para formar jóvenes sanos, futuros soldados que contribuyan
a extender los dominios imperiales.
Japón piensa en la expansión por la guerra,
en busca del espacio vital.
Meiji, Taisho y Showa son tres eras marcadamente chovinistas.
Erróneamente se cree que fueron tiempos decadentes,
donde los temibles samuráis cedieron su protagonismo
a los a los débiles Meiji y posteriores, cuando en realidad,
nunca en su historia antes de Meiji,
Japón había tenido semejante vocación expansionista y guerrera
(Sobran ejemplos de las atrocidades que concretaron
desde entonces, contra otros pueblos)
La reformulación del Uchinadi en Karate,
será parte de esa necesidad.
De ahí la práctica grupal y la simplificación aún mayor de movimientos
–que ya había comenzado con el Uchinadi-,
decantados en técnicas directas,
fuera de toda sofisticación.
Era urgente volcar los mayores recursos disponibles
para formar mejores soldados que pelearan en las guerras de conquista.
El Karate, podía ser –y fue-, una herramienta útil, a ese fin.

Karatedo tiene que ver con O Sensei Funakoshi,
con la entrada de Karate a Japón y la intención de Funakoshi
(con la ayuda de Kano, padre del Judo)
de asimilar Karate a las Artes Marciales (Bugei) japonesas,
las que hacía mucho ya, habían reemplazado el Jutsu por el Do.
Ese cambio, de ninguna manera había significado
reblandecer las distintas Bugei.
En el caso de Karatedo, Funakoshi ciertamente fue un probado pacifista,
un espíritu superior.
No obstante, buena parte de la vieja guardia de sus alumnos,
marcharon a la guerra como voluntarios.
Nunca como entonces Japón conoció un
espíritu nacional más beligerante, Karatecas incluidos.

Sabemos que las consecuencias de esas políticas las pagó todo Japón
(Hiroshima y Nagasaki, bombas atómicas arrojadas sobre población indefensa
por los muy “democráticos” americanos,
con la complicidad de sus –tan democráticos como ellos-, aliados)
incluida Okinawa (Batalla de Okinawa,
con más de 100. 000 muertos,
instalación de bases militares americanas permanentes,
reparaciones -tributos- de guerra, etc.)

Perdida la guerra, Japón se propone y logra, integrarse
como “ciudadanos del mundo”,
“pro occidentales y democráticos”,
racionales y pacíficos.
Toda reminiscencia marcial,
alusión a violencia y similares,
será desechada de raíz, tajantemente descartada.

De ese obligado y –convengamos- preferible espíritu pacificista y no violento,
nace el Karatedo deportivo
(que incluirá su comercialización);
de la impostergable necesidad de mostrarse al mundo
como seres enteramente civilizados.
FAJKO, luego WUKO, hoy WKF serán los instrumentos del karatedo deportivo.
Paralelamente, otros interpretarán el fenómeno deportivo
como no necesariamente ajeno al Budo.
Tales los casos del Oyama Karate Kyokushinkai y
Kudo Daido Juku Karate de Azuma Takashi.
Pero más allá de los diferentes criterios
(más duros o mas light),
habiendo reglamentos de por medio,
siempre se estará hablando de Karatedo deportivo.

-Takashi Azuma, fundador en 1981 de
Kudo: Daido Juku Karate -

La pregunta ¿Qué es Karate? encierra en sí misma
un tema complicado.
Se requiere amplitud de criterio,
ser muy honesto para reconocer que lo que
cada uno de nosotros practica
es simplemente lo que uno desea practicar.
Que en ese sentido,
karate es como un tren en el que cada uno sube y baja en una estación,
según sus necesidades.
Y no pretender hacer pasar por exclusivo,
auténtico, tradicional,
algo que solo es una variante más –la que uno eligió-,
del arte de combate que nació en China,
pasó por Okinawa y Japón,
y desembarcó mucho después en Occidente.

Por ejemplo,
muchos insisten en afirmar que practican karate tradicional
¿Cuál sería ese karate tradicional?
Como muy lejano en el tiempo,
el que enseñó Itosu,
ya que nadie seriamente puede hoy sostener
que practica Uchinadi o Toudi,
ambos definitivamente extintos.

¿Qué llegó a nosotros del Karate de Itosu?
Además de algunos breves escritos,
absolutamente insuficientes para teorizar un sistema,
los katas que modificó y difundió.
Solamente.
Los análisis, las interpretaciones que de
ese legado se hicieron posteriormente y hasta la actualidad,
son producto, en el mejor de los casos, de sus alumnos y,
ya más acá en el tiempo,
de alumnos, de alumnos, de alumnos, de sus alumnos…
A esta altura,
no será válido e incluso harto prudente preguntarse
si no estaremos practicando solo la cáscara,
lo exterior, de lo que pudo haber enseñado Sensei Itosu
hasta las primeras décadas del siglo XX.

Es completamente legítimo intentar
trazar una filiación histórica lo más rigurosa posible.
Pero para conocer las raíces, no para congelarse allí.
Tomar de la tradición, aquello vigente.
Y seguir desarrollando Karate, evolucionando.
Tradición y evolución, deben ir juntas, para no estancarse.

Los pueblos y culturas seguros de sí mismos,
asimilan, “digieren” lo universal, para recrear lo propio.
Por ejemplo, cuando el Budismo llegó a China desde India,
hubo dos posturas.
Una, la que podríamos calificar de Budismo en China que era,
simplemente,
el Budismo de India, pero en China.
Una reproducción, nada más.
La otra, posterior, el Budismo Chino,
es decir, la asimilación del Budismo a la tradición china,
sintetizándolo con el Taoísmo y el Confucionismo.
Nació así el Ch´an.

Cuando los japoneses incursionaron en el Ch´an,
lo asimilaron, lo procesaron.
Nació el Zen, que no era estrictamente, el Ch´an.

No se puede copiar todo el tiempo y menos,
aspectos anacrónicos que ya no tienen sentido,
porque fueron superados por la evolución.

Recordemos que en 2009,
Karate cumplió 50 años en Argentina,
es decir, hace mucho tiempo que alcanzó
la mayoría de edad.
Sería importante entonces
que se pudiera comenzar a pensar el arte de combate,
como un camino de vida,
como un sistema de autodefensa personal real, callejera,
y como un moderno deporte de combate.