domingo, 19 de diciembre de 2010

LVI

El humor marcial de Daniel Paz
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viernes, 26 de noviembre de 2010

LV

Judo Ne Waza

(Katame Waza)

LIV

Maestros Dominique "Le King" Valera y Juan Carlos Landaburu
(FAK - Federación Argentina de Karate)

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martes, 9 de noviembre de 2010

LIII

Wing Tsun

Trabajo de piernas

domingo, 24 de octubre de 2010

LII

-Orígenes del Muay Thai en Argentina-
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LI

-Carlos Irusta y Mike Tyson-

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jueves, 21 de octubre de 2010

L

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OKINAWA SHORIN RYU KARATEDO: CHOSEN CHIBANA (1885 – 1969)

No pocos consideran a Chibana como el “ato – tsugi” (sucesor) de Itosu,
uno de los dos maestros de Funakoshi Sensei.

Chibana decía: “En los viejos tiempos, se practicaba karate como arte marcial,
pero ahora se entrena karate como un deporte, como una gimnasia.
Creo que hay que evitar practicar karate como un deporte
y debe practicarse como un arte marcial en todo momento.
Los dedos de las manos y las puntas de los dedos de los pies deben ser como flechas,
los brazos deben ser como el hierro.
Hay que pensar que con un patada se puede matar a un enemigo.
El golpe de puño, debe poder matar con su impacto.
Este es el espíritu que se necesita para avanzar en la formación en Karate.
Para alcanzar esta meta se necesita una dura, constante y cuidadosa práctica,
aunque el exceso de práctica puede causar daño.
Con la edad, el cuerpo consigue ser más fuerte,
pero al alcanzar los 50 o 60 años,
hay que tratar de desarrollar otro tipo de fuerza”

martes, 19 de octubre de 2010

XLIX

Master Jeff Smith, pionero del Full Contact en USA

XLVIII

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lunes, 18 de octubre de 2010

XLVII

Meditar en la naturaleza

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viernes, 15 de octubre de 2010

XLVI

Humor Marcial
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XLV

Nota publicada por la revista YUDOKARATE
referida a la por entonces recientemente creada
(11 de Julio de 1979)
Asociación de Karate Full Contact Argentina.

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XLIV

Toyama ryu Karatedo
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miércoles, 13 de octubre de 2010

XLIII

El Maestro José Luis Casales, es a esta altura 
una verdadera leyenda del Full Contact local,
sin dudas el más importante competidor surgido en nuestro país
desde los inicios de la actividad y hasta su retiro de los rings, en 1989


Para las nuevas camadas de fullers, 
como para los históricos de la actividad,
su reciente exhibición realizada junto a su alumno dilecto,
el Maestro Claudio Badenas, 7º Dan,
fue una excelente oportunidad de ver otra vez, moviéndose,
a este pionero del full nacional.

En la previa, para quienes no lo vieron en ring,
podía resultar difícil comprender por qué era importante para su formación,
ver y escuchar a Casales, mas aún cuando 
su trayectoria expresa un auténtico record
pero en el reglamento de Full Contact,
actualmente, casi desplazado por el de Kick Boxing.


Sin embargo, ver y escuchar a José Luis 
fue importante al menos por dos motivos:

porque fue uno de los competidores más técnicos que dio este
exquisito deporte de combate, legado de Occidente,
que se expresa técnicamente a través del boxeo inglés, con patadas.

Tengamos en cuenta que el full tradicional solo permite golpear de la cabeza a la cintura,
si exceptuamos las barridas (¿Low qué…?)

Casales, surgido del Karate, sin embargo en el ring
aparecía como un boxeador experimentado y un pateador preciso
que demolía a sus rivales trabajando principalmente su zona media;
así, mas de un rival terminó hospitalizado por el castigo recibido, es decir,
por la acumulación de golpes en la sumatoria de rounds.

Con esa táctica, el nocaut o abandono llegaba con naturalidad.

Pero siempre, a partir de la técnica y superioridad mental.

Porque en esencia, Casales fue –es- un guerrero.

Además que técnicamente sabe, siempre tuvo un dominio mental de las situaciones,
que le permitió alcanzar los objetivos que se propuso.

Los más jóvenes tal vez desconocen 
que hubo un período “prehistórico” del Full,
esa conflictiva transición entre las
artes marciales tradicionales y 
el moderno Full Contact ya sistematizado,
que hizo las veces de laboratorio experimental,
donde todo era ensayo de prueba y error,
las protecciones no siempre estaban o eran las adecuadas,
la goma eva no existía y caer, incluso nocaut, 
sobre baldosa o cemento era común,
y aceptar desafíos a medir habilidades,
muchas veces enfrentando a rivales 
que doblaban en tamaño, era la norma…

En esa etapa épica del full, se forjó Casales.

Después, no al principio, vinieron las peleas pactadas,
con protecciones y en ring,
las categorías y los rankings, en suma,
la institucionalización del deporte.

Etapa en la que también José Luis descolló
–siendo líder indiscutido de la categoría Ligero Senior-
y es la que mas se conoce y recuerda.


Por todo esto, fue importante entonces

verlo mostrar y también, escucharlo.


Aprovechar -en la buena acepción del término-, su experiencia.


domingo, 10 de octubre de 2010

XLII


KARATE FULL CONTACT
"Tradición y Evolución"



domingo, 3 de octubre de 2010

XL


Prólogo al libro “Introducción a la práctica de ZAZEN”,

del Rev. Ricardo Dokyu, Monje Budista Soto Zen.


Zen es la voz japonesa de la palabra china Ch'an,

a su vez traducida del sánscrito Dhyana,

que literalmente significa meditación.


Durante la Dinastía Tang (618 - 907 / siglos VII a principios del X),

el Ch'an conoció su época de oro, extendiéndose por el territorio chino.


Pero a partir de la fuerte represión que sufrió el Budismo hacia mediados del siglo IX,

el Ch'an se fue debilitando progresivamente.


Durante la dinastía de los Song ( 960 a 1279 / Siglos X a XIII)

alcanzó una mayor sistematización,

aunque modificando su enseñanza original directa, abrupta, espontánea.


Durante el siglo XII, el Ch'an pasó a Japón, adoptando la forma de las Escuelas Rinzai y Soto.

Ambas habrían de privilegiar la postura de meditación sentada, ZAZEN

(y la primera además, los Koans, o resolución de enigmas verbales,

insolubles para la inteligencia racional)


Zen es la restauración de la práctica original de Buda;

práctica que únicamente consistía en sentar.


Por lo tanto ZAZEN es, simplemente, la serena alegría de la práctica de Buda,

la realización de su sabiduría.


En el Siglo XX el Zen llegó a Occidente,

a Estados Unidos y Europa.


A un mundo culturalmente cristiano, aún cuando a muchos,

el cristianismo ya no les dijera nada como religión,

ni tuvieran contacto alguno con ninguna iglesia.


Occidente, el mundo cristiano, ha dado forma a una época gloriosa para la Razón.

El hombre con su inteligencia, hizo indudablemente progresos formidables

en las ciencias naturales y la técnica,

obteniendo además decisivos logros espiritules.


Debemos agradecer que tal época haya sido posible

(incluso seguir impulsándola)


Negar esta necesidad, sería un verdadero absurdo.


Ya no podríamos renunciar a los logros alcanzados en el campo de la cultura material,

gracias al predominio de la Razón

(logros que, por lo demás, Oriente fue adoptando decididamente a lo largo de los siglos XIX y XX;

basta remitirse a Japón, China, Korea, India, entre otros, para comprobarlo)


Pero es indispensable que esos logros representen para el hombre una bendición,

en lugar de ser, causa profunda de su tragedia;

es imposible vivir exclusivamente de la razón.


La importancia exagerada atribuida a la razón,

ha esterilizado,

sepultado aquellas capacidades que se ubican en el campo de las sensaciones superiores,

de la intuición.

Evidentemente, la reflexión es inapropiada para remediar esa esterilidad,

pues opera precisamente con las fuerzas que han causado la catástrofe.


En cambio, utilizando una meditación que como ZAZEN,

desconecta la razón, el saber intuitivo, logra liberarse.


El desarrollo del pensamiento humano ha ido de lo irracional a lo racional;

deberá evolucionar indefectiblemente hacia lo arracional, en los tiempos presentes.


Lo irracional refiere a contenidos incomprensibles.

Lo racional en cambio, es comprensible.

Lo arracional ya no lo es, ha dejado de serlo porque está mas allá de la razón,

es sabiduría profunda situada en el espacio de la intuición.

ZAZEN es un método de desarrollo personal que ofrece principios

de concentración, respiración y postura,

como base hacia el desarrollo de la profundidad de conciencia, de la intuición.


***

Ricardo Dokyu es argentino y monje Budista Zen de la Escuela Soto.

En 1984, dio en Brasil sus primeros pasos en la práctica,

en el Centro Zen de Belo Horizonte

y en el Monasterio Budista Pico de Raios en Ouro Preto,

con el Maestro Igarashi Ryotan.


Desde 1991 vivió en Japón, por espacio de 5 años en el Templo I ON IN,

bajo la orientación del Mestro Nakamura Doyu.


En diciembre de ese año, fue ordenado Monje

con el nombre de Dokyu (Do - Camino; Kyu - Eterno)


Entre 1996 y 2000, entrenó en el monasterio de Eiheiji,

templo matriz de la Escuela Soto, fundado en 1244 por el Maestro Zen Eihei Dogen (1200 -1253),

quien transmitió el Budismo Zen de China, en Japón,

estableciendo la esencia de práctica de la Escuela Soto.

En 2002, viajó nuevamente a japón

para recibir la trasmisión del Dharma del maestro Zen Sato Taijun,

responsable del templo SHO RAKU JI de la ciudad de Shinshiro,

provincia de Aichi.

A pesar de su juventud,

Dokyu es actualmente uno de los máximos referentes de la

Escuela Soto de Budismo Zen en Argentina

y difunde las enseñanzas,

principalmente desde su Dojo Serena Alegría.

Ricardo, con su acostumbrada generosidad,

me ha distinguido con la posibilidad de escribir este prólogo.

Tremenda responsabilidad para este antiguo practicante

de Artes Marciales Tradicionales y Modernas,

quien solo sabe que, habiendo llegado a un punto de la evolución personal,

es necesario sentar, volver al silencio original,

ser íntimo con uno mismo;

porque la vida está llena de ruidos,

pero el silencio es su naturaleza profunda.


Claudio Veiga

Director de la Colección “Cuadernos del Sendero”

jueves, 23 de septiembre de 2010

XXXIX

"Ken Zen Ichi Nyo"

Karate y Zen como unidad

La práctica del arte de combate y la meditación, van juntas.

Son un camino a experimentar como unidad.

martes, 21 de septiembre de 2010

XXXVIII

ZEN. LA VIDA DE DOGEN



jueves, 2 de septiembre de 2010

XXXVII

1/9/2010
OKIKUKAI SHOHEI RYU MIYAGI DOJO

Clase inaugural del nuevo Dojo en Centro Shuren de la
Ciudad Autónoma de Bs. As., a cargo de Nidan José Parada.
Colaboraron Miyagi Sensei, Hanshi 9º Dan y Nidan Juan Carlos Kolbas.

lunes, 16 de agosto de 2010

XXXVI


sábado, 31 de julio de 2010

XXXV

Con el Rev. Ricardo Dokyu
Monje Budista Soto Zen

miércoles, 30 de junio de 2010

XXXIV

TOYAMA RYU KARATEDO ARGENTINA

sábado, 1 de mayo de 2010

XXXVII

Mili, con su padrino José Parada,
Nidan de Shohei ryu OKIKUKAI
de Miyagi Sensei

sábado, 24 de abril de 2010

XXXIII


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domingo, 28 de marzo de 2010

XXXII

STEVE ARNEIL:
POR LA SENDA DE MAS OYAMA


Kyokushin es el estilo de karate japonés
sistematizado por el ya legendario Mas Oyama.

Dueño de una concepción personal sobre la práctica de las artes marciales,
supo amalgamar en un todo único
el deporte espectáculo con la eficacia absoluta,
sin desmedro de la experiencia Zen,
imprescindible en la formación integral del moderno budoka.

Famoso por su técnica y potencia letales,
a punto tal de matar un toro utilizando sólo sus puños,
supo también construir una de las más
grandes organizaciones del karate mundial.

Sus discípulos, poseedores de una fama que los ubica
entre los mejores peleadores del mundo,
supieron acompañar al Maestro en la organización institucional del estilo:
La Organización Internacional de Karate.
Entre ellos, Hanshi Steve Arneil, 8º Dan,
quien llegó en marzo de 2000 a Buenos Aires
para dictar un seminario de Karate Kyokushin,
abierto y para todos los niveles.
Durante su estadía, el Maestro accedió a conversar con EL TRAINER.

E.T.: ¿Cómo se inicia en la práctica de kyokushin con Sosai Oyama?

H.S.A.: Me inicié en kyokushin porque se dieron algunas coincidencias.
Viajaba por extremo oriente y al llegar a Japón, conocí a Mas Oyama.
Siendo muy joven empecé boxeando, pero mi madre, que era médica,
no estaba conforme con que recibiera golpes,
particularmente en la cabeza.
Dejé el boxeo y empecé a practicar Judo.
Vivía entonces en Rhodesia del Norte, Africa central,
y quien me enseñaba Judo tenía un comercio.
Yo lo espiaba escondido entre los árboles,
mientras él practicaba en los fondos del negocio.
Estaba fascinado, aunque ignoraba qué era lo que practicaba.
Le estudiaba todos los movimientos.
Él sabía que yo lo observaba y un día me llamó; me preguntó porqué lo espiaba.
¨No sé¨ le dije. ¨Usted hace cosas raras que no alcanzo a comprender¨.
Entonces me propuso enseñarme.
Acepté de inmediato.
Cuando le pregunté qué era lo que estaba practicando,
me respondió: ¨una forma de lucha y de disciplina. Es como una religión.¨
Era Shorinji Kempo.
Así comencé.
Entrené con este instructor chino durante algún tiempo.
Pero me enseñaba movimientos sueltos,
sin ninguna sistematización.
Después fui encontrando gente que había hecho otros estilos de karate.
Además practiqué rugby paralelamente a las artes marciales.
Cuando terminé mi carrera universitaria a los veinticinco años aproximadamente,
viajé a Sudafrica, a la ciudad de Durban,
que es una zona costera del océano índico.
En ese momento, muchos japoneses emigraban a Brasil,
y los barcos que los transportaban,
hacían escala en el puerto de esa ciudad.
Yo subía a los barcos y preguntaba a los tripulantes si alguno practicaba karate.
Así pude practicar varios estilos:
Goju Ryu, Shotokan, Wado Ryu y satisfacer en parte mis inquietudes.
Cuando volví a Rhodesia del Norte hablé con el instructor chino.
Le dije que había aprendido muchas cosas con él y en mi viaje,
pero que estaba buscando otra cosa.
Algo más integral, sistemático, metódico.
Y que, como parte de esa búsqueda, pensaba viajar a China.
Lo hablé también con mi madre y me respondió que estaba loco,
que iban a ¨comerme crudo¨ en China.
Pero yo sentí que debía hacer ese viaje.
Volví a Durban y conseguí trabajo en un barco chino,
valiéndome de mi título de ingeniero mecánico.
Empecé el recorrido hacia Mombasa y luego hacia la India.
Después Hong Kong. Desde allí a Manchuria.
Encontré el templo de Shorinji Kempo del que me había
hablado mi instructor chino.
Los monjes me aceptaron y permanecí con ellos.
Fue una experiencia fantástica, interesante.
Y fue la primera vez que vi combate muy fuerte.
El Shorinji Kempo es sumamente fuerte.
China estaba muy convulsionada políticamente
y era disposición del gobierno que todos los extranjeros abandonaran el país.
Los monjes me acompañaron hasta la frontera,
resguardando mi seguridad.
Volví a Hong Kong, donde seguí practicando.
Viaje luego a Filipinas.
Allí aprendí las artes marciales locales.
Y el uso del cuchillo principalmente,
con el que son muy buenos.
Pasé a Malasia, luego a Corea.
Practiqué la forma coreana de defensa personal
que todavía no era Taekwondo.
En China, considerando mi personalidad,
me habían sugerido que me sentiría cómodo practicando
con una persona que vivía en Japón.
Entonces escuché por primera vez el nombre de Oyama.
Viajé a Japón pero empecé nuevamente Judo en el Kodokan.
También practiqué Shotokan.
Wado Ryu con Otsuka, Goju Ryu con Yamaguchi.
Pero nada me convencía completamente.
Tenía muchos problemas con el idioma,
ya que había muy pocos extranjeros en Japón,
en ese momento.
Uno de ellos era Don Draeger,
coronel retirado de la Armada norteamericana.
Un artista marcial muy bueno y muy famoso.
Hablé entonces con él y le dije que buscaba a un hombre llamado Oyama,
quién, tenía referencias, era un karateca muy fuerte.
Me dijo que entrenaba con él.
También me advirtió que debía ser prudente,
que era un Dojo muy especial.
¨No basta con que quieras acercarte a ellos.
Son ellos quienes deben aceptarte.¨
Decidí ir igual y le pedí que me llevara.
En esos días Oyama estaba en América,
promoviendo el kyokushin.
Peleaba contra boxeadores, luchadores, etc.
Y tenía bastante repercusión entre la gente.
En ese momento, Sensei Kurasaki estaba al frente del Dojo.
Le dije que quería aprender karate y me contestó que no.
Que me sentara a un costado a mirar la clase.
Le dijeron a Donn Draeger que yo debía ir todos los días,
quedarme y observar sentado,
hasta que volviera Oyama.
Pregunté que pasaba si Oyama tardaba un año en volver.
¨Entonces esperarás un año¨ me respondieron.
Si faltaba a una de las clases no volvería más.
Fui todos los días.
Lo único que hacía era mirar. Nadie me hablaba.
Eran personas diferentes, muy educadas. Mucha cortesía.
Lo que no significa debilidad.
Había mucho respeto en el Dojo.
Se percibía algo especial en sus movimientos.
Yo me quejaba con Draeger: ¨hace un mes que espero¨.
Me respondían: ¨ese es tu problema. Ya sabes cuales son las reglas¨
Un mes y medio después llegó Oyama.
Era joven y de contextura muy fuerte.
Todo el mundo lo llamaba Sensei.
Nos miramos cuando pasó a mi lado,
pero siguió caminando sin dirigirme la palabra.
Luego de la clase,
con Draeger como traductor,
me hizo muchas preguntas:
cómo lo conocía, qué era lo que buscaba allí.
Le reportaron a Oyama que había estado mirando las clases.
Le detallaron el recorrido que había hecho por oriente.
El respondió que toda esa experiencia previa estaba bien,
pero que a partir de ese momento la olvidara;
lo que había aprendido me serviría,
pero en el futuro.
Ahora debía empezar de cero.
Me recordó las reglas de conducta y
me autorizó a empezar al día siguiente.
Al despedirme me llamó ¨kohai¨.
Es el rango inferior. ¨Soldado raso¨.
Todos los cinturones blancos llegábamos dos horas antes
para limpiar el piso y los baños, ordenar el templo.
En ese momento no había inodoros, eran retretes.
También debíamos mantener limpios los Gi de los Sempai.
Cuando ellos llegaran,
tenían que estar perfectamente limpios,
planchados y colgados en su lugar.
Nadie sabría quién había hecho el trabajo.
Hacerlo, era responsabilidad de todos los kohai.
Y si algo estaba mal,
era culpa de todos los kohai.
De esta forma fue que conocí a Sosai.

E.T.: ¿Qué lo decidió por Kyokushin?
H.S.A.:
La diferencia estaba en lo extremadamente estricto.
En la conducta y en la técnica.
También sucedía que muchos estilos querían unirme inmediatamente.
Aquí era al revés.
Ellos debían aceptarme a mí.
Era como un desafío personal.
No significaba que otros estilos fueran malos.
En cierta forma,
estaba relacionado con lo que yo había aprendido antes.
En ese momento desconocía por completo qué era Kyokushinkai.
Kyokushin es el estilo.
Kyokushinkai es la organización.
En ese momento, para mí, era simplemente Oyama.
E.T.: ¿Para esa época, kyokushin era un estilo definido o en formación?
H.S.A.:
Todavía estaba en una etapa de desarrollo.

Oyama sabía perfectamente lo que quería,
pero aún estaba desarrollándolo.

Piense que quienes estábamos allí en esos tiempos
éramos la primera generación de discípulos.

Oyama había entrenado previamente otros estilos
con distintos maestros, entre ellos, Funakoshi y Yamaguchi.

Pude incluso, ver entrenamientos entre Oyama y Yamaguchi.

En ese momento, recién empezaban a dividirse los caminos.

El estilo estaba en desarrollo.

Sosai Oyama estaba creando un karate
mucho más fuerte y estrictamente técnico.

Él era sumamente perfeccionista.

En general, el resto de los estilos concentraban sus esfuerzos
en difundir el karate en las universidades,
priorizando el aspecto deportivo.

Oyama era coreano.

Recibía influencias de distintos orígenes,
pero ejercía un control estricto.

Debíamos hacer lo que él nos decía.

No te preguntaba lo que pensabas.

Cualquier cosa que dijera había que hacerla.

Ni preguntas ni discusiones. Esas eran las reglas.

Y con ese criterio lo desarrolló.

Por ejemplo, podemos apreciar la influencia china
en que llamamos Pinam a los kata de esa línea.

Mientras que los japoneses los llaman Heian.

Pinam es una palabra china y Heian es una palabra japonesa.

También en la utilización de movimentos circulares.

Trabajamos mucho en círculo.

Otros estilos japoneses trabajan más los movimientos rectos.

Sosai consideraba que el círculo es absolutamente impenetrable.

El ventilador nos sirve de ejemplo.

Si va lento y pones un dedo, lo atraviesas.

Pero si gira rápido no hay forma de entrar.

Aplicado a Karate, si alguien se acerca no podrá tocarte.

La misma influencia vemos en Tensho,
cuyo origen chino se aprecia en sus movimientos.

También en Sanchín.

Ésta proviene del Goju okinawense y previamente de China.

Nuestro Sanchín se caracteriza por la postura de los pies,
por ser básicamente triángulos y puntos geométricos.

El de Goju es un pie derecho y otro a cuarenta y cinco grados.

No se trata de cual está bien y cual está mal.

Importa que se haga correctamente y fuerte para que funcione.

En nuestra kata Sanchín los puños están cerrados
pero no hay motivo que impida hacerla con manos abiertas,
como en Uechi Ryu.

En Sanchín, ejercitamos completamente los principios del Ibuki.
Nuestros katas tienen básicamente
los mismos movimientos que los de Shotokan y Goju Ryu.

La diferencia está en que nosotros trabajamos mucho
en movimientos circulares y caminamos recto.

Otros estilos caminan haciendo la media luna.

Y en otra kata específico, Seichín, cuando hacemos kiba dachi.

E.T.: ¿La forma de kumite deportivo que conocemos actualmente,
es la misma que se practicó en los comienzos,
o entonces se permitía el puño a la cara?
H.S.A.:
Al principio no estaba desarrollado el kumite deportivo.

Era Budo. Por eso cada vez que tenías que pelear en el Dojo,
era una pelea por tu vida.

Se podía golpear a la cara, a los genitales.

A consecuencia de esta modalidad, tengo el tabique roto.

Podíamos pegar de verdad y la idea era poner K.O. al oponente.

De esta forma peleamos hasta 1963.

Entonces sucedió que Bangkok desafió a Japón.

Ellos decían que los japoneses hablaban demasiado,
se iban en palabras.

Preguntaron qué grupo japonés aceptaba pelear con ellos,
con sus reglas.

Otros estilos se negaron:
Shotokan, Goju Ryu, Wado Ryu... nadie quería pelear.

Sosai preguntó si nosotros queríamos.
Todos dijimos que sí y él seleccionó a seis, a mi entre ellos.

No conocíamos las reglas pero estábamos acostumbrados a combatir.

La idea era noquear al oponente.

Los boxeadores thai nos decían que no podíamos golpear con mano desnuda,
y que debíamos usar guantes.

A desgano aceptamos utilizarlos y empezamos a entrenar.

Tadashi Nakamura y Fushi Hira fueron los dos que finalmente viajaron.

Los despedimos deseándoles lo mejor.

Poco sabíamos sobre lo que encontrarían allí.

No existían los videos.

Conocíamos que se peleaba sobre un ring,
que muchas técnicas eran similares a las nuestras.

Empezaron a llegar noticias. Decían que Tadashi Nakamura noqueó a todos.

Que Fushi Hiro también.

Los tailandeses estaban enojados porque el compromiso
había sido enviar tres luchadores.

Entonces Kurasaki que era el coach
y aunque era buen peleador
no había entrenado para este compromiso,
decidió pelear.

Sacó al primero sin problemas pero
el segundo le partió la nariz con el codo
y Kurasaki perdió.

Pero bueno, el resultado es anecdótico.

A la vuelta, los recibimos muy felices.
Tenían nuestro respeto y el de la gente de Muay Thai.

Pero el resto de la gente nos decía que estábamos todos locos.

En ese momento entendimos que si queríamos desarrollar el kyokushin,
ampliar su influencia, teníamos que hacer algunos cambios.

De lo contrario nos manteníamos en
un círculo selecto, muy pequeño.

Comenzamos a experimentar distintas variantes.

Incorporamos el sistema de knock down
pero seguía habiendo demasiada sangre,
demasiada técnica a la cara y muchos K.O.

Entendimos que no iba a funcionar.

Luego del primer Torneo Japonés fuimos al
primer Torneo Mundial del estilo.

Todavía se podía agarrar la cabeza y golpear con la rodilla.

Agarrar las chaquetas y golpear.

Por ejemplo,
se permitía tomar la cabeza para golpear con la rodilla
pero tomando sólo con una mano.

Tampoco funcionó.
El hospital se llenaba después de cada torneo.

Éramos gente inteligente tratando de encontrar la forma.

Sabíamos que lo que estábamos haciendo
era muy bueno como karate kenka, karate callejero.

Y decidimos seguir entrenando en el Dojo sin limitaciones.

Aunque sí, limitando las posibilidades en el kumite deportivo.

Entonces dijimos no más agarres;
no se permite golpear en los genitales ni en las articulaciones;
tampoco en la columna vertebral.

Para medir el poder de nuestra técnica,
empezamos con el tameshiwari:
Seiken tsuki, Shuto uchi, Empi uchi, Sokuto keri.

Se eliminaron todos los ataques con la mano
a la cara y a los puntos vitales.

Mucha gente piensa que lo único que
hacemos en kyokushin es golpearnos.

Y es totalmente erroneo.

Kyokushin es perfecto en kata, en técnica, en kihon.

Tenemos incluso un campeonato mundial específicamente de kata.

Yo mantengo en IFK las reglas que Sosai Oyama me enseñó.

E incorporamos un control médico muy estricto.

Antes y durante la competencia.

En kyokushin, peleamos de cuatro maneras diferentes.

Sin contacto, a marcación, con el sistema WUKO.
La segunda – Clicker – con el método de simple puntuación.
Se lo utiliza con los principiantes
como una introducción al sistema de knock down.
La tercera variante es contacto pleno.
Y por último se pelea kenka, callejero.

E.T.: ¿En la prueba de los cien combates
cuál de estas cuatro variantes tuvo que emplear?
H.S.A.:
No está permitido pegar en la cara o en las piernas.

Pero sí puede hacerlo quien está siendo sometido a la prueba.
En este caso, yo.

Ningún hombre puede aguantar cien combates si le pegan en las piernas.

Piense que enfrenta a cien adversarios frescos,
durante dos minutos y medio cada uno.

Estas son las reglas impuestas por Sosai Oyama,
para la prueba de los cien combates.

E.T.: Me interesaría saber si la experiencia Zen
fue un componente importante en la concepción que el maestro Oyama
tenía del karate y particularmente de kyokushin.
H.S.A.: Sí. Oyama hacía mucho zazen.

Él era muy profundo, muy estricto.

Pasó mucho tiempo solo en la montaña.

Le llevaban comida pero no estaba permitido hablarle.

Estuvo en un aislamiento total del mundo
durante todo ese tiempo.

Tenía un concepto maravilloso de lo que debía ser kyokushin.

Decía que en la vida existen toda clase de obstaculos
y hay que saber cómo enfrentarlos.

No se puede enfrentar un problema desconociendo
la forma de enfrentar los demás.

Yo me alejé del kyokushikai por problemas políticos
pero nunca dejé a Sosai.

Siempre fuimos muy cercanos.

E.T.: ¿Qué mensaje desea dejar al ambiente marcial argentino?
H.S.A.:
Que kyokushin es un estilo maravilloso.
No es simple ni fácil pero nada en la vida es fácil.

Si algo te interesa tienes que trabajar para lograrlo.

A cualquier edad. Entreno gente de ochenta años.
También no videntes.
Le he enseñado a gente con polio.

Si esta entrenando correctamente,
tiene tantas variantes para ofrecer.

Hay que entrenarlo, trabajarlo mucho e interiorizarlo.

Si sólo quiere sentirse bien o golpear una bolsa,
puede hacer aerobics o kick boxing.

Una vez que dejas de transpirar no te queda nada.

Pero en el kyokushin que yo enseño
– y lo hago tradicionalmente –
nunca se termina.

Cuando llegue a una edad avanzada
todavía querré hacer kyokushin.

Un poco más suave pero seguiré haciéndolo.

Esto es lo que la rama IFK de kyokushin puede ofrecer.

Pero principalmente, la comunicación mutua.

Fomentar la convivencia.

Y entendernos más allá de qué religión se profesa,
de la condición social o la raza.

Es lo que prometí a Sosai Oyama que continuaría haciendo.

Deseo que los instructores de Argentina
entrenen y difundan un kyokushin fuerte, sano.

Invitamos a los argentinos a que se acerquen.

Podemos enseñarles a desarrollar la mente,
a desarrollar carácter.

Enseñarles como trabajar con el cuerpo.

No tengo derecho a decir que un estilo es mejor que otro.
Cada uno elige lo que quiere.
Me considero afortunado porque trabajé
con todos los estilos y fui premiado como el mejor coach en 1975, en París.

Nunca diré aquel estilo o arte es malo.

Digo que kyokushin es bueno.

Para los practicantes en Argentina
quisiera que continuaran en la búsqueda.

Porque la vida cambia.

Cuando yo empecé karate no había Internet ni telefonía celular.

El mundo cambia y todos avanzamos con esos cambios.

Lo importante es que nunca olvidé de dónde vengo
ni cuáles son mis raíces.

Hoy la gente es diferente.

Nadie entrenaría como nosotros lo hicimos,
es imposible.

Hay excelentes instructores en Argentina
pero es importante que la gente no se conforme con las palabras.

Que utilice su capacidad crítica para encontrar un verdadero maestro.

Una escuela con tradición.




domingo, 28 de febrero de 2010

XXXI

-Click en la imagen para ampliar-
Con José Luis Casales,
pionero del Full Contact de Argentina
y el mejor competidor de su historia, a la fecha.

miércoles, 6 de enero de 2010

XXX

Pangainoon
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