viernes, 25 de abril de 2014

CLXXX



Bushido

Por Juan Forn

Los Juegos Olímpicos de 1940 iban a celebrarse en Tokio pero, 
 después del trip de supremacía aria que 
Hitler y Leni Riefenstahl montaron en Berlín en 1936 
y el símil militarista japonés del año siguiente, 
cuando su ejército invadió China, 
los capitostes del Comité Olímpico Internacional 
 decidieron ahorrarse otro papelón y anunciaron un precipitado cambio de sede: 
 los Juegos se harían en Helsinki.
La guerra lo impidió. 
Los finlandeses debieron esperar hasta 1952 para ser sede. 
Luego fue el turno de Melbourne, y luego de Roma, 
y recién entonces decidió el COI (por “sugerencia” de Estados Unidos) 
 concederle a Japón el honor de ser anfitrión.