Bushido
Por Juan Forn
Los Juegos Olímpicos de 1940 iban a celebrarse en Tokio pero,
después del trip de supremacía aria que
Hitler y Leni Riefenstahl montaron en
Berlín en 1936
y el símil militarista japonés del año siguiente,
cuando su
ejército invadió China,
los capitostes del Comité Olímpico Internacional
decidieron ahorrarse otro papelón y anunciaron un precipitado cambio de sede:
los Juegos se harían en Helsinki.
La guerra lo impidió.
Los finlandeses debieron
esperar hasta 1952 para ser sede.
Luego fue el turno de Melbourne, y luego de
Roma,
y recién entonces decidió el COI (por “sugerencia” de Estados Unidos)
concederle a Japón el honor de ser anfitrión.
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