lunes, 16 de enero de 2012

XCVIII

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El Zen es, en esencia, el arte de mirar dentro de nuestra propia naturaleza,
y señala el camino que nos lleva de la esclavitud a la libertad total.

Haciéndonos beber directamente de la fuente,
de la raíz de la vida,
el Zen busca liberar todas las energías que
se hallan naturalmente almacenadas en cada uno de nosotros,
y que, en circunstancias ordinarias,
suelen hallarse atrofiadas o distorsionadas
al no encontrar una salida adecuada para ejercer su actividad.

Este cuerpo nuestro es semejante a una batería eléctrica
en la cual yace latente una misteriosa capacidad o energía.

Si no se hace uso de esa energía-capacidad
de una manera apropiada, esta, o bien se debilita,
se marchita y se apaga,
o bien se tuerce, se deforma
y se manifiesta de modo anormal.

Así, el propósito del Zen es el de salvarnos de la perspectiva
de acabar incapacitados o mentalmente perturbados.

Cuando digo 'libertad total' me refiero a lo siguiente:
dar libertad absoluta a todos los
impulsos creativos y benévolos que
de modo inherente y natural se hallan en nuestro corazón.

Por lo general, estamos ciegos ante el hecho básico
de que ya nos hallamos en posesión de
todas las facultades necesarias para sentirnos felices,
satisfechos, y llenos de amor hacia todo los que nos rodea.

Las numerosas angustias y preocupaciones que
observamos a nuestro alrededor provienen todas
de ignorar este hecho básico.

El Zen busca que abramos el ojo de nuestra mente
a una nueva región, hasta ahora insospechada e inimaginada,
una dimensión de la cual hemos estado ausentes
debido exclusivamente a nuestra propia ignorancia.

Cuando las nubes de la ignorancia desaparecen,
la extensión infinita del cielo puro se hace manifiesta,
y ahí vemos por primera vez dentro de nuestra propia naturaleza:
al igual que si despertásemos de un sueño,
ahora experimentamos por fin la realidad tal cual es.

En ese momento, descubrimos el significado o sentido de la existencia;
ya no consiste más en afanarse ni esforzarse ciegamente,
ni en efectuar demostraciones de fuerza.

Ahora, aunque desconozcamos cuál pueda ser
el propósito último de nuestra vida,
encontramos algo en ella que nos hace sentir
tremendamente afortunados de estar viviéndola,
y así disfrutamos tranquilamente de toda su evolución y desarrollo,
sin sumirnos en dudas pesimistas ni entretenernos
en realizar preguntas absurdas.

D. T. SUZUKI (*)
"Zen Buddhism as Purifier and Liberator of Life",
The Eastern Buddhist.




(*) Daisetz Teitaro Suzuki fue 
el introductor (**)
del Zen en Occidente.


Nacido Teitaro Suzuki en 1870.
"Daisetz"  es el nombre budista
que a los veintiseis años le dio su maestro
Shaku Soen (Soyen Shaku roshi, templo
Engaku-ji, Kamakura)
en reconocimiento a su Kensho
o primera gran experiencia de Despertar.


"Daisetz" significa literalmente
"Gran Inocencia", en el sentido de
"gran pureza, optimismo y simplicidad"




(**)  Esta afirmación es del fundador de
la Buddhist Society de Londres,
Christmas Humphreys,
quien declara:
"La introducción del Zen en Occidente se debe 
la labor de un solo hombre, el Dr. D. T. Suzuki.
Este es un hecho probado, que se halla más allá
del ámbito de la opinión o la valoración subjetivas,
y que puede ser sobradamente demostrado".


A continuación, con un inconfundible estilo de jurista británico
(juez de profesión, fue miembro del Tribunal Supre­mo),
pasa a exponer las pruebas, estableciendo una detallada lista
de las publi­caciones sobre Zen previas a esa fecha,
las cuales, entre artículos sueltos, pan­fletos,
y un único libro divulgativo (sobre los samurai),
suman un escaso total de cinco referencias previas a 1927,
siendo la primera y más antigua de ellas precisamente,
un ensayo sobre el Zen que el propio D. T. Suzuki
escribió en 1906 para The Journal of the Pali Text Society. 
(Datos extraídos de Dr. D. T. Suzuki and Zen Buddbism in Europe,
Christmas Humphreys, cuadernos Bukkyo to Bunka)


Suzuki llegó a Estados Unidos en 1897,
enviado por su maestro Shaku Soen para ayudar
en las traducciones al inglés del Tao-te Ching y otros clásicos chinos. 

Suzuki llevaba más de cinco años estudiando como novicio laico

en el templo Zen de Engaku-ji cuando el maestro Shaku
juzgó que ya estaba listo para ir a América. 

Así, cuando en 1905 Shaku realizó su célebre gira por Estados Unidos

(que supuso la primera estancia larga de un maestro Zen en Occidente),
Suzuki pudo hacer las veces de intérprete,
recopilando las conferencias de Shaku
en el clásico Sermons of a Buddhist Abbot (1906)

Casualmente, junto con Shaku vino también

el joven Nyogen Senzaki
condiscípulo de Suzuki en Engaku-ji,
quien pasaría a la Historia porque,
al quedarse en Estados Unidos,
se convirtió en el primer monje Zen establecido en Occidente
(aunque la palabra "establecido" no le hubiera gustado nada a Senzaki,
quien vivió en América como monje itinerante,
impartiendo enseñanzas en su "zendo flotante"
y renegando de la jerarquía del budismo oficial japonés,
al que denominaba "el Zen solemne de catedral")

Por su parte, Suzuki pasó unos años más en Occidente

(en los que aprovechó para visitar la Bibliotheque Nationale de París
y estudiar a fondo los recién descubiertos manuscritos de Tun-huang) 
y regresó en 1909 a Japón,
donde publicó varias obras en japonés sobre
budismo Mahayana, filosofía china y misticismo cristiano. 

En 1921 fundó la revista cultural en inglés The Eastern Buddhist y,

a partir de entonces, comenzó a trazar lo que se convertiría
en su célebre trilogía Essays in Zen Buddhism,
que publicó con cincuenta y siete años de edad. 

A grandes rasgos

(y comenzando a partir de sus Ensayos sobre Budismo Zen),
esas tres etapas serían:
(1) De 1927 hasta la II Guerra Mundial;
(2) Un período intermedio, tras la guerra, hasta principios de la década de 1950;
y (3) aproximadamente, sus últimos catorce años, de 1952 hasta 1966.



Editorial Losada
ISBN 84-96375-18-8





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