-Clickee en la imagen, para ampliar-
"Todo pasa y todo queda /
pero lo nuestro es pasar /
pasar haciendo camino /
camino sobre la mar..."
Son muchos años,
40, (1974-2014)
practicando y/o difundiendo
las Artes de Combate.
Sin embargo aún hoy, a los 56 años de edad
y una respetable experiencia de vida,
si tuviera que responder a la pregunta
¿por qué empecé a practicar Artes de Combate?
no tendría respuesta.
Al menos, no una única respuesta.
Sinceramente, no lo sé.
Racionalmente, no puedo explicarlo.
Quizás fue un "insight" (literalmente, discernimiento),
como lo denomina la teoría de la Gestalt.
Un cambio cualitativo, un momento de iluminación
(precondición de todo cambio duradero de la personalidad)
en el que nos damos cuenta de algo;
hemos logrado develar de manera espontánea
aquello a lo que no teníamos acceso previamente.
No sé. Tal vez.
Después de todo, ¿qué importancia tiene?
En cambio si sé, con seguridad,
cómo decididamente influyeron en mí las Artes de Combate,
a lo largo de estos 40 años.
Me enseñaron a transitar el camino, la vida,
de acuerdo a una ética profunda,
y a practicarla conforme a principios que
hacen al buen comportamiento humano,
diferenciándolos -hasta donde esto es posible-
de la moral establecida, o lo que es igual,
de la aplicación que la sociedad
suele hacer de estos principios.
Decía el Mahatma Gandhi:
"Necesitamos ser el cambio que queremos ver en el mundo".
Es decir, debemos dar el ejemplo.
No es sencillo, pero hay que intentarlo.
No importa tanto si lo logramos.
Después de todo, "la meta es el camino",
decía otro Gran Maestro.
No se trata de autoimponernos una moral.
En absoluto. No sería sano.
Se trata simplemente de ligar con la realidad,
desde el propio deseo.
El Doctor Suzuki planteaba que el Zen es
"el sistema de la disciplina moral,
construida sobre los cimientos del Satori"
construida sobre los cimientos del Satori"
(de la Iluminación, del despertar)
Cuando "nos damos cuenta",
sabemos lo que "aquí y ahora"
es justo -necesario- hacer.
Con total autonomía moral, sin imposiciones.
En mi caso, la práctica de las Artes de Combate
es una búsqueda estrictamente personal,
en el sentido que no tengo alumnos ni interés alguno en enseñar.
Soy algo así como un "estudiante crónico".
Se dirá que de alguna manera todos lo somos,
considerando que nunca se deja de aprender;
aún cuando se alcance el nivel requerido
para comenzar a enseñar, o una maestría en el arte
que autorice a formar la propia escuela.
Mi caso es distinto, desde el momento que lo único
que me interesa es practicar
(sea Karate, Full Contact o Grappling)
y seguir aprendiendo
(últimamente lucha en piso,
una instancia del combate que,
seamos francos,
nuestra generación había desestimado categóricamente,
hasta no hace muchos años).
Practico porque me da placer;
simplemente porque deseo hacerlo.
No tengo otras intenciones.
Menos aún, espíritu de provecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario