En cierta oportunidad,
cubríamos un torneo con un colega.
Allí se produjo uno de esos interminables "break" tan comunes,
huecos insoportables que se dan aún hoy,
cuando -en Argentina- contamos al menos con 40 años de experiencia
en la organización de eventos de Artes de Combate.
Vacíos que, por elementales razones de salud
deberíamos definitivamente erradicar,
evitando así que algún día, de verdad lo digo,
pueda morir de hartazgo, algún espectador en una tribuna,
eventualmente un cronista al borde del tatami, ring o jaula
mientras espera tomar "la" fotografía,
o un competidor, después de horas "precalentando".
No obstante y conforme a aquello de que
"no hay mal que por bien no venga",
con el colega aprovechamos la oportunidad para conversar
(uno hace amigos en los torneos)
Fue entonces cuando él se preguntó qué podíamos
aportar los medios, para contribuir a que las
Artes de Combate se vuelvan aún más masivas.
Debo reconocer que la pregunta me sorprendió;
entendí en ese momento que en realidad jamás
me había planteado la posibilidad de buscar
sistemática y efectivamente que lo fueran.
Y francamente, tengo serias dudas de que sea posible
volver masivas a las Artes de Combate,
sin que pierdan su esencia.
Sinceramente no sé si sería conveniente que lo fueran.
Me parece que otras actividades pueden y deben ser masivas;
el fútbol, por ejemplo, por la búsqueda eminentemente lúdica de su práctica
(cuando ésta se realiza a nivel amateur, por supuesto)
O si se prefiere hacer mención a otros aspectos de vital importancia
para el funcionamiento social,
podemos decir que el derecho al trabajo digno,
debe ser masivo;
el derecho a la salud y a la educación deben serlo.
Es decir, los derechos humanos elementales, en general.
Pero no sé, insisto en esto, si las Artes de Combate deben ser masivas.
Sí creo, estoy convencido, que deben estar democráticamente abiertas
a todo aquél que sienta "su llamado";
abiertas a que los muchos que deseen incursionar en
una práctica seria y regular de las mismas puedan hacerlo,
recibiendo a cambio una formación idónea y profesional,
para que puedan con el tiempo decidir por ellos mismos
hasta dónde quieren llegar con su práctica,
hasta donde desean evolucionar.
Las Artes de Combate son disciplinas formativas
que apuntan a provocar, a través del dominio de
técnicas de autodefensa con o sin armas,
un cambio en la estructura moral de la personalidad;
o lo que es igual, a vivenciar
una "experiencia espiritual profunda".
Y este objetivo, sabemos,
no se alcanza "fabricando" practicantes.
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